18 de mayo, 2024
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Reflexiones sobre el Retrato

23 de abril, 2016

¿Qué entendemos por retrato? Según la Real Academia Española el retrato es:

“Pintura o efigie principalmente de una persona, descripción de la figura o carácter, o sea, de las cualidades físicas o morales de una persona; aquello que se asemeja mucho a una persona o cosa. Retratar: copiar, dibujar o fotografiar la figura de una persona o de una cosa, describir con exacta fidelidad algo”.

De esta definición se rescata el retrato en el ámbito de la pintura pero también en el de la fotografía. También habla de un sujeto y de rescatar con exacta fidelidad. Esto da la noción de lo real.

Según Freund: “Mandarse hacer un retrato era uno de esos actos simbólicos mediante los cuales los individuos de la clase social ascendente manifestaban su ascenso, tanto de cara a sí mismos como ante los demás, y se situaban entre aquellos que gozaban de la consideración social”. 

Podemos observar en diversas civilizaciones la utilización del retrato para distintos fines; a modo de ejemplo podemos analizar un retrato funerario de un joven de caracteres romano–egipcios (imagen 1). Ya desde esta época vemos la intención de representar la apariencia física de esta persona y suponer rasgos de su carácter. Es un joven corriente, común. No es una figura distinguida, ni rey ni emperador.

Resulta sumamente interesante analizar cómo un retrato que parece simple, es un documento importantísimo a la hora de entender la historia. Sirve como testigo de una época, lugar y sociedad como sucede hasta el día de hoy.

Otro ejemplo clave es el tan estudiado retrato de La Gioconda de Leonardo Da Vinci (imagen 2). También observamos el retrato de una mujer totalmente desconocida, de sonrisa seductora. Por medio de estudios históricos se ha determinado que la modelo podría ser una vecina de Leonardo Da Vinci. Esto reafirma el carácter anónimo del retrato. La fama de esta pintura no se basa únicamente en la estética de Da Vinci y el uso de la técnica empleada o en su belleza, sino también en los misterios que la rodean. La dama dirige la mirada ligeramente a su izquierda y muestra una sonrisa considerada misteriosa. Nos cuenta Vasari en sus estudios sobre este retrato que supone que mientras la retrataban tenía bufones a su alrededor que la hacían sonreír. Con esto se quería eliminar un rostro melancólico propio de los retratos.

Vemos que el retrato en manos de los pintores no es sólo cuestión del Naturalismo ni del Realismo. Podríamos llegar a decir que existe desde que existen los pintores y las personas protagonistas de ellos. Se establece sin duda esa búsqueda por perpetuar y por trascender en el tiempo. También será de gran importancia la implementación del autorretrato por parte de los pintores (imagen 3). El autor se analiza a sí mismo y reafirma su autoría con respecto a la obra.

Observamos como la burguesía asumía un rol importante en la sociedad reflejándose claramente a la hora de solicitar sus retratos. Seguimos con un retrato personal, individual que refleja esta clase en ascenso. Los rostros y la técnica cambiarán.
Con este panorama los pintores optaron por convertirse en fotógrafos retratistas o en utilizar fotografías para realizar sus cuadros. Estas les permitían mayor exactitud y fidelidad del retratado que sus dibujos manuales.

Se utilizó con mucho auge el llamado retrato miniatura (imagen 4 San Luis de Tolosa 1317). Se trata de retratos de formato pequeño referentes sobre todo a la familia o personas fallecidas. Esto refleja un carácter familiar de los retratos y no idealizados en una figura única. Tienen un carácter individual y propio de cada familia. Este tipo de retratos aparecerían en contraposición a los retratos miniaturas pintados. Con respecto a estos pintores se establece que a partir de la invención de la fotografía se dedicaron a colorear estos retratos. Es importante la incorporación del color a la fotografía bajo procedimientos pictóricos o virados químicos.

Los pintores se tuvieron que adaptar a los avances que generaba la fotografía en tanto que sus retratos debían reflejar perfectamente los detalles que ésta les brindaba. Por otro lado los costos variaban mucho y tenían que responder a los intereses de sus clientes burgueses.

Para algunos pintores este nuevo invento fue una nueva fuente laboral y un aprendizaje del nuevo arte. Sin embargo otros no lo consideraban de esta manera. La Art Union publicó un artículo donde se manifestaba que: “La fotografía carecía del encanto, el color y las innumerables gracias que el pintor sensato sabe impartir a su obra”. A medida que se mejoraba la técnica del daguerrotipo, los costos bajaban rápidamente y el trabajo de los pintores disminuía cada vez más. El arte especializado tendía a desaparecer.

Plantea Claudet en defensa de la fotografía: “Es imposible no reconocer que hay artes que están en proceso de desaparición, y que es la fotografía la que les ha dado la puntilla. ¿Por qué no hay ya miniaturistas? Pues por la sencilla razón de que los que quieren miniaturistas se percatan de que la fotografía las hace mejores y, que en lugar de retratos más o menos parecidos, la fotografía les da una exactitud que, cuando menos, agrada al corazón y llena de satisfacción la memoria”.

Cecilia Rivero

Fuentes:
Aaron Scharf. Arte y Fotografía Editorial Alianza. 1994
Gisele Freund. La fotografía como documento social. Editorial G. Gili S.A. 1993
Jacques Aumont. La Imagen. Editorial Paidós. 1992
Jaques Derrida. Mal d`archive: une impression freudienne. Editorial Galilée. 1995