Entrevista a Armando Sartorotti, Editor de fotografía del diario El Observador.
¿Cómo llegaste a editor del diario?
En el ’92 no existía la figura del Editor Fotográfico, existía exclusivamente la figura del Jefe de Fotografía. Varios diarios en Europa y Estados Unidos estaban usando esta figura y le propuse al diario quedarme con ese cargo además de seguir siendo Jefe de Fotografía. Yo formo parte del equipo que construyó el diario de cero y en eso me correspondió aceptar la jefatura. En ese momento ya tenían contratados a tres fotógrafos. Uno con muchísima experiencia, un amigo querido con el que había trabajado en semanarios alternativos previo al ’91 que era Federico Gutiérrez y dos fotógrafos sin ninguna experiencia profesional, que eran Gabriel García y Magela Ferrero. Fuimos consolidando una sección y unos meses después yo ya había incorporado dos fotógrafos más. Fue en ese marco que le propuse al diario ser Editor Fotográfico. En ese momento ya en los primeros meses esbozamos una sección de fotografía que hacía una fotografía diferente a la de los medios tradicionales que existían en ese momento. Como el diario El Día, con 87 años de estar en la calle que había cerrado y que había abierto el Nuevo El Día, el diario El País, La Mañana, Últimas Noticias, todos diarios que algunos terminaron cerrando menos el diario El País que se mantuvo en pie, creo que porque tenía el Gallito. Lo que empezamos a hacer nosotros en fotografía fue lo que el diario El Observador empezó a hacer como criterio periodístico general, un periodismo diferente que se adaptara a los nuevos tiempos. Por ejemplo, en fotografía en ese momento ningún diario firmaba las fotos. El concepto de firmar las fotos aparece con El Observador y no como criterio solamente de defender la autoría sino también de responsabilizar al fotógrafo de las fotos que saca.
¿Vos elegís las fotos de todo el diario?
Todas las fotos que se publican de coberturas realizadas por nosotros son elegidas por mí igual que las fotos internacionales.
¿Cuántos fotógrafos trabajan hoy en El Observador?
Ahora estamos trabajando 4 fotógrafos y yo. Más 5 freelancers ocasionales.
¿Cuántas fotos de agencia de noticias usan?
Ahí hay dos planos en el uso de la foto de agencia. El primer plano es la revisión que yo hago todos los días de las fotografías que envían las agencias. Normalmente reviso unas 1000 fotos por día para llegar a las fotos del día, a las 10, 12 fotos que publicamos en la web. Muchas veces esto ya me da una pista informativa de las noticias internacionales. Y luego elijo las fotos de la sección correspondiente.
¿Cómo funciona el juego de titular y foto?
Acá no hay juego de titular y foto. A mi me parece una guiñada tonta e infantil jugar con el titular y la foto. Eso lo hacen algunas secciones de Deportes y lo hacen algunos videos musicales. Por ejemplo cuando la canción nombra un murguista al puerto y a la botella, entonces te ponen un murguista tomando cerveza en un muelle del puerto. Eso es lo que acá tratamos de no hacer. Ese es un recurso que históricamente en la vieja prensa uruguaya la han utilizado la secciones deportivas. A veces vemos en suplementos deportivos fotos que puede ser de un técnico con el dedo en la nariz para poner un titular que dice “X técnico se come los mocos”. Tanto no lo acepto que no recuerdo cuándo fue la última vez que tuve que hacerle entender a alguien que no mandamos fotos que calcen con eso.
¿Lo que más te gusta y lo que menos te gusta de tu trabajo?
Mi trabajo me gusta todo, lo que hago me gusta todo. Creo que soy un jefe estricto pero en definitiva tengo 40 y pico de años teniendo grupos a cargo, empecé a los 22 años a ser Jefe de Sección en otro lado bien diferente a la fotografía y esa experiencia me sirvió para ir formando grupos humanos y apadrinando la formación de fotógrafosa. Tengo 61 años y hace 39 que soy Jefe, que estoy al frente de grupos humanos. En este diario tuve el privilegio de apadrinar a un cantidad de fotógrafos y de darle la primer oportunidad de trabajo a muchos de los cuales yo hoy aprendo, que hoy tomo como referencia. Luis Alonso, Matilde Campodónico, Magela Ferrero, Magdalena Gutiérrez, Pablo Bielli, Mariana Méndez…
¿Las primeras mujeres fotoperiodistas del país trabajaron acá o ya había otras mujeres en fotoperiodismo?
Yo sé que históricamente hubo mujeres en el medio trabajando, pero en el momento en el que tomé a poner mujeres fotógrafas acá, no había mujeres trabajando en diarios. En los semanarios alternativos ya habían fotógrafas trabajando, pero en prensa diaria el primero que las incorporó fue El Observador.
¿Es difícil encontrar buenos fotoperiodistas? ¿Qué características deben tener?
Son dos cosas bien diferentes. Para ser un buen fotoperiodista actual, moderno, acá y en cualquier parte del mundo, hay que ser humilde, estar informado, hay que tener un sentido amplio de la realidad, una cabeza abierta, estar dispuesto a escuchar y a contar la historia. Eso define a un buen fotoperiodista. Un buen ejemplo de esto es el de Christian Rodríguez, un fotoperiodista que hoy destaca en el mundo y que tuvo su oportunidad de trabajo fuerte en El Observador. Lo único que separa al fotógrafo documental del fotógrafo de prensa diaria, es la dinámica de trabajo. Cuando vos vas a hacer una cobertura en un diario, hacés un corte transversal de la realidad. Cuando sos un fotógrafo documental el corte es longitudinal, no empieza y termina con unas horas de diferencia sino que el fotógrafo está obligado a permanecer a convivir con los protagonistas de la historia por mucho tiempo. Eso define la fotografía documental. Pero la realidad continúa. Recuerdo dos casos concretos de Christian, dos coberturas grandes que yo sigo usando hoy en mis clases como referencia: Un trabajo con los ensayos del ballet del Sodre, que fue una propuesta del diario hacerlo como fotorreportaje para la doble página que tuvimos durante más de 10 años en páginas centrales. Él luego le fue dando un vuelo propio, profundizándolo y culminó en la exposición y el libro Jeté.
Y el trabajo del viñedo de las bodegas San Juan, la cosecha de la uva, propuesto por Christian pero que tamboén se convirtió en fotorreportaje de páginas centrales del dominical. El Observador es el único diario, que ha tenido durante una década tres páginas semanales dedicadas a la fotografia. Ahora se perdieron las dos páginas del domingo porque ese diario no sale más, pero nos queda una página de los sábados que se llama Segunda Mirada.
Un buen fotoperiodista tiene que ser capaz de conseguir una poética de la imagen además de contar la historia, tener una intención, una actitud que separe su punto de vista del resto, en este momento en el que todo el mundo saca fotos. Yo motivo e incentivo a los periodistas escritos, para que ellos mismos saquen con celular, como forma de ponerle un piso a los fotógrafos de acá. Es importante que entiendan que ya no alcanza con sacar simplemente la foto. Tiene que tener un valor bastante más allá de lo estrictamente documental. Las talking heads en una conferencia de prensa las puede hacer cualquiera. Ellos tienen que ser capaces de conseguir otro tipo de fotos porque sino no tiene sentido que vayan.
El Observador por ejemplo empezó a usar celular para publicar en el 2012 cuando hubo una asonada en el barrio Marconi. Fue una tapa envolvente, con una foto panorámica sacada con celular. Jamás le dijimos al lector que había sido sacada con un teléfono. El fotoperiodista tiene que tener una actitud y la ambición de ser el mejor del mundo en esa nota. Si no sale a la calle con la actitud de tratar de ser el mejor del mundo no vale la pena que salga y eso funciona con los freelancers y con los que tienen un trabajo fijo. Es una actitud que en lo personal se la exijo a los cuatro fotógrafos que trabajan conmigo en forma permanente. Y hago constantemente correcciones sobre ese trabajo. El espíritu de cuerpo, que es fundamental en la sección fotografía, se consolida defendiendo al fotógrafo hacia fuera a como dé lugar. Y comentando y criticando con los fotógrafos de la sección, su trabajo hacia adentro. Contínuamente estoy hablando de los defectos y los problemas que veo en las coberturas que hacemos, muchas veces, sin que el resto del diario tenga la percepción de cómo el fotógrafo defeccionó frente a esa nota, porque su calidad hace que se disimulen los defectos o las carencias o las fotos que faltan. Pero eso es algo que trato de revisar permanentemente con los fotógrafos acá.
Cada vez es más difícil ganarse un lugar porque cada vez hay menos cantidad de espacio para los reporteros gráficos. ¿Cuál fue el gran mérito de los años ’90 y por qué surgieron tanto fotógrafos buenos de prensa en esos años?; porque había un círculo virtuoso. El Observador surgió tomando ese tipo de fotógrafos, formando fotógrafos o dando opción para formar fotógrafos que jamás habían cobrado un sueldo su vida. Como el caso, por ejemplo, de un fotógrafo, no importa cual, que nunca había entrado a un laboratorio blanco y negro y el diario trabajaba en blanco y negro, no solo aprendió sino que se convirtió en uno de los gradnes fotógrafos uruguayos actuales. Y situaciones como esas hicieron que se incrementara ese círculo virtuoso en donde se iban formando fotógrafos, venían de otros medios y se los llevaban ofreciendo un mejor sueldo. Como sucedió con un medio que se llevó a Luis Alonso y Mauricio Skryky, para formar una sección de elite. Cuando surge la revista Posdata y la revista Tres, forman grandes equipos de fotografía para lo que era habitual en un semanario, de 4, 5 fotógrafos cada una. Y allí también fueron a parar fotógrafos de El Observador. Para tener un punto de referencia hoy hacemos un diario para unas 350 páginas semanales con 5 personas. En aquella época a medida que perdíamos fotógrafos íbamos tomando nuevos, para formarlos de cero o que venían de medios que no eran demasiado exigentes. Fotógrafos por ejemplo como Pablo Larrosa, Iván Franco, Pablo Porciúncula El Observador fue un punto de despegue para todos ellos.
Con respecto a la tendencia mundial a dejar de imprimir, ¿se va a dejar de imprimir el diario?
En ninguna parte del mundo se sabe todavía cuál es el proyecto económico vinculado a internet y vinculado a la web, para sustentar un diario, para sustentar un medio de prensa. Por ahora el 60, 70% de la economía del diario depende del impreso, del diario – papel. La clave es no terminar de matar el diario de papel antes de que haya una transferencia real de la economía del diario hacia la web y hacia los proyectos de internet. Entonces, ese es el punto de inflexión. Todo se basa en la economía y no se sabe cuándo el cambio va a suceder. Pero evidentemente los diarios de papel en algún momento van a desaparecer. 5, 10 años, no sé. Nadie lo sabe en ninguna parte del mundo. Ni siquiera a los que les está yendo muy bien en sus proyectos como el New York Times, que ha logrado monetizar a través de la suscripción, teniendo un sector del diario de información abierto y un volumen informativo para el cual uno tiene que estar suscripto, no ha logrado dejar de salir con el diario impreso. Le falta muchísimo todavía para que eso suceda.
Si yo quiero ser Editor en el diario: ¿tiene que ser alguien que ya esté trabajando acá, alguien conocido, por palanca, o puede presentarse alguien que nadie conoce?
Menos lo de la palanca todo eso acá es absolutamente viable. El día que tomen a alguien, (si toman a alguien como Editor, puede ser que el diario decida quedarse sin Editor Fotográfico también), el día que tomen a alguien va a ser por el currículum que tenga esa persona. Este es un diario que siempre ha promocionado mucho personas que vienen del mismo cerno del diario. Podría pasar que promocionen a uno de los 4 muchachos como Editor. Puede ser una posibilidad también. Una cosa es ser Editor, elegir fotografías, y otra cosa es ser Jefe de Fotografía. Hay personas que pueden juntar las dos cosas y hay personas que no tienen la actitud o la autoridad para juntar las dos cosas. Ser Jefe de Fotografía requiere de otros atributos que no es tan fácil para calzar en los puntos. Y creo que es la parte más difícil de administrar, sobre todo cuando tenés una sección tan corta. Porque además tenés que tener la autoridad como para hacer valer tu peso, tu personalidad sobre los otros editores. Porque sino la sección se transforma en un clan. Y además tiene que haber alguien que demuestre al equipo que está dispuesto a defender el trabajo de cada uno desde ese lugar. Nadie es imprescindible en ningún trabajo. Yo no lo soy. Lo que sí se, es que el agujero que queda acá, hay qué llenarlo con esos pedazos. Y hay que ver cómo se articulan esos pedazos, esas partes.
Si me voy hoy me tapan con diarios sin problema ninguno.
Fotos y entrevista: Gabriela Rufener