El fotoperiodismo cada tanto tiene algún escándalo sobre fotos manipuladas, teniendo en cuenta que supuestamente el fotógrafo no debe intervenir en ninguno de los procesos de la toma. No puede acomodar objetos o personas para que su fotografía sea mejor, y no debe luego agregar o quitar elementos dentro de la imagen. El fotoperiodista debería ser un mensajero objetivo de la situación que está documentando. Debería. Pero desde el momento en que el fotógrafo está recortando la realidad, encuadrándola según su ojo, decidiendo la luz, el ángulo, desde dónde toma a los protagonistas y con qué gestos, la objetividad es una utopía. También los medios manipulan la información según quién pone dinero, intereses de países o de empresas, la afinidad política, etc. Existen algunas reglas que se mantienen y otras que se han ido transformando con el cambio de la revolución digital.
Hubo un caso muy controversial dentro de la historia de la fotografía documental en el año 1936 con el fotógrafo Arthur Rothstein. “Steer Skull“ es una imagen que muestra el cráneo de un buey sobre la seca tierra de un campo en el sur de Dakota. La fotografía tenía la función de mostrar la sequía extrema que estaba afectando el medio oeste y se publicó en muchos medios de prensa de toda norteamérica. El problema surge cuando durante el año de elección, los republicanos mediante una investigación llegaron a los 5 negativos de la tira de imágenes que había tomado Rothstein ese día. En todas las imágenes el cráneo estaba colocado en diferentes lugares y eso fue suficiente para redirigir la atención a la supuesta no autenticidad del mensaje por la manipulación del objeto fotografiado dentro del terreno.
Ese mismo año, la revista Vu, un semanario francés de información que funcionó desde 1928 hasta 1940, publicó en su portada una fotografía de Robert Capa que había tomado durante una reunión comunista en Alsacia. La fotografía mostraba a una joven vestida con ropa tradicional, realizando el saludo del Frente Popular. El semanario, cuando publicó la fotografía, la reencuadró y eliminó el saludo y en su lugar colocaron un texto que decía “El auténtico rostro de Alsacia“, enviando el mensaje de que en Alsacia eran de derecha.
Con la ceración de la agencia internacional de fotografía Magnum en el año 1947, algunos de los fotógrafos que fueron parte de ella pusieron reglas para poder controlar este tipo de intervenciones de los medios y para comprobar la autenticidad de la fotografía. Henri Cartier – Bresson, cofundador de la agencia, colocó un anuncio en el dorso de sus imágenes que decía “No reencuadrar“ y luego fue el creador del uso del borde negro en las fotografías. Ese borde negro correspondía a los negativos, al imprimir la imagen se dejaba el área de impresión hasta llegar al negativo en la parte que no fue afectada por la luz y eso genera el borde negro. El uso de este borde asegura que la fotografía está siendo utilizada en su totalidad y no fue reencuadrada. Luego se utilizó ese borde con un fin estético. El borde negro es un elemento que, también, define los límites de una imagen visualmente.
En la actualidad, con el uso de la fotografía digital, no es posible obtener este borde para comprobar que la fotografía está impresa en su totalidad y tampoco es un requerimiento. En esta revolución tecnológica que estamos viviendo el rol del fotógrafo tradicional se viene transformando. Todo el mundo prácticamente tiene acceso a una cámara fotográfica y el medio de visualización es virtual más que impreso. Algunos fotógrafos como Pedro Meyer o Joan Fontcuberta, le llaman a esta la era de la “posfotografía“. La cámara digital favorece la producción de imágenes y la preocupación sobre la manipulación de las mismas viene por otros lugares, más que por el uso de la fotografía sin recortar.
Gabriela Rufener.
Foto de Portada : Negativo de Cartier – Bresson / Picto Labs, Paris / Manos: George Fèvre, © John Loengard
Fotos de Slide: © Arthur Rothstein – Cráneo de buey
Fuentes : Photography : A Critical Introduction / Encyclopedia of Twentieth-Century Photography